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Un clavo saca otro clavo

  Cuando amas te idiotizas. Pierdes todas tus seguridades. Haces lo que en tu sano juicio no harías. Y te expones. Pones en manos de un desconocido, o desconocida aquello que en un futuro puede dañarte. Conservo nuestros mensajes. Muy tórridos. Fue mi secreto. Ahora lo pongo a la vista de quien quiera leerme. Estuve a punto de enviarle fotos subidas de tono. Lo hubiera hecho si me las hubiera pedido, pero no llegamos a eso. Jugué con la imaginación. Andaba, como suele decirse, como una perra salida. Dispuesta y disponible. Era un fuego ardiente. Me bastaba pensar en él, que en realidad debía ser ella. Puede decirse que me masturbaba. Quizás. Nunca antes había vivido algo así. Me daba la sensación de que los hombres con los que me cruzaba, o coincidían, lo notaban. Es algo tan subjetivo que no puedo contrastarlo. Está claro que nuestro sexo no está donde siempre se ha señalado. Su estimulación iba por su cuenta. Cerraba los ojos, ante la pantalla o tumbada, y empezaba la fiesta. Llegó e

Fuego fatuo

  Estabas allí. Al otro lado del espejo. En otra pantalla, mirando mi voz en trazos tecleados, sabiendo de mis húmedos latidos. Yo tocaba mi vulva, recorriendo tu miembro con mi lengua. ¿Lo sentías? ¿Lo vivías? Lo sentí y lo viví. Lo creí. Hice de lo virtual real. Entonces un súper ventas salió a la palestra. No lo leí. Lo supuse. Sólo pensaba en ti. En seguir tu rastro. En ver las huellas que a otras ibas dejando. Jugabas a la seducción. Jugabas a la provocación, desde distintos perfiles. Quise hacer ese juego, pero eras maestra, y yo torpe alumna. Me pillaste. Debiste reír a mi costa. No me dolieron prendas. Podías hacer de mí. Era juguete en tus manos. Compensaba. Vibraba. Vivía. Caminaba y me sentía ante la gente sin disfraz, sin máscara. Mis ojos brillaban. Parecía que lo llevaba escrito en mi semblante. Que lo gritaba. Te amaba. Te deseaba. Éramos instante más instante. Sin pasado. Sin tiempo transcurrido. Sin nada en que sustentarse. En la mente, En el cuerpo. En el aire. Subí t

Virtual. Deseo y pasión en la nube

 Virtual Te soñaba. Te buscaba entre mis brazos bajo mis sábanas. Alimentabas mi alma. Jugué. Jugamos. Ni yo era yo, ni tú tampoco.  Llegamos a intimar. Me diste tu nombre. Yo el mío. El mío era real. El tuyo no. Pasados estos años lo reconozco. Acepto que te puse un cuerpo que no te correspondía. Eras mujer. La misma que me llevó hacía ti. La que me bloqueó sin perdonarme la vida. La que provocó, queriendo o no, mis celos, bajo otro disfraz. Mi cuerpo respondía. Te sentía. Quería tenerte. Quería tocarte. Quería lamerte. Sólo una mujer podía seguir el juego. Crédula, no lo sabía. Pensé en tu semen. En tu pene. En ese miembro viril que me entraba, me penetraba. Me amaba. Sacaste de mí aquello que ignoraba. Estaba en ese tiempo en que se supone el deseo se apaga. Mi menopausia alterada. Busqué rastros en testimonios que no encontraba. Guarde el secreto. No entendí qué pasaba. Hubiera hecho lo que fuera por saltar la barrera de lo intangible. Eras tú. Un ella y no él. Ilusa, creí, pensé q